19.5.09




En este espacio querido José he ido añadiendo estos escritos que personas conocidas por ti escribieron al saber de tu muerte.

Hacias referencia a aquellas palabras de Machado "españolito una de las dos españas te hará llorar" y replicando decias, las dos españas me hacen llorar. Y a España volviste los últimos años de tu vida ...y lloraste.

Recordando que madre me explicaba aquellas peripecias pasadas cuando, todavia en guerra y para evitar que la Guardia Civil lo requisara, lanzaba desde el tren en marcha el saco de avellanas antes de su entrada a la estación de Sants (Barcelona) avellanas robadas a los payeses tarraconenses y que en ocasiones se cambiaban por otros alimentos, José, poco más que un zagal, en alguna ocasión a madre acompañaba y en otras el saco lanzado a las vias recogia.
Tiempos míseros, de privaciones, el alimento una de ellas.


F.Montorio


Desde el exilio checoslovaco José escribió a madre.

  • CANTO A LAS AVELLANAS. Dedicado a mi cuñada Elvira
    • Recordando las andanzas
    • de aquellos tiempos pasados,
    • de subir y bajar trenes,
    • de saltar de vía en vía,
    • de vagones borregueros
    • durmiendo en salas de espera,
    • en los campos, por el suelo.
    • Dias tristes de tus ojos.
    • Noches negras de tu cuerpo
    • Sin una hora de descanso,
    • sin una hora de consuelo.
    • Y en el cielo...
    • ni una estrella ni un lucero.
    • No quiero ni recordarlo.
    • ¡Son tan tristes los recuerdos
    • Por un saco de avellanas
    • te jugabas el pellejo.
    • Si te dormias un poco,
    • entre guardias y rateros
    • te dejaban sin tu saco
    • y también sin tu dinero.
    • Pero esos tiempos pasaron
    • y a las avellanas quiero
    • Tú me las mandas enteras
    • molidas o hechas mortero
    • que en estas tierras lejanas
    • donde avellanos no veo
    • han de ser bien recibidas
    • aunque vengan por correo.
    • El poeta sin seso

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CONMEMORATIVOS "CHAVAL"



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DE SU MUERTE SE A ESCRITO
.
Hoy al abrir el correo me entero que nos ha dejado José Manuel
Montorio “Chaval” un buen compañero, un amigo, un maestro que
vivió para vivir y morir dándonos lo mejor de sí mismo al amar y
defender por encima de todo, en España y en Chequia, en Praga y
en Borja, con su saber Ser y estar, con los dientes y el fusil, con su
humana solidaridad e inteligencia; la tierra y la libertad, el pan y la
escuela de los niños, la casa y la vida de los más humildes, la paz y la
dignidad. Tuve el privilegio de conocer personalmente a “Chaval”

y compartir con Él, la mesa bajo un mismo techo en Santa Cruz de
Moya en Octubre del 2008, compartir con Él, sueños de vida y
de amor y me impresiono su lucidez y entrega a los demás, su

capacidad de análisis y de sacrificio.
Hoy sólo puedo inclinarme ante la tierra que le da cobijo y

rendirle públicamente tributo por todo lo que fue, es y será,
para quienes somos los hijos y los nietos de los hombres y
mujeres del AGLA. Rendirle tributo con estas breves palabras
y un poema dedicado en su día a Emiliano Zapata,
poema que hoy rescato de la memoria por y para José Manuel

Montorio “Chaval”.

LA SEMILLA
Todo pasa en la vida,
el amor y la muerte,
y es nada la fortuna.


Que si algo queda:
es la voz y el verbo,
el valor del alma.

Que si algo queda
más allá del tiempo
es la memoria.

Es la huella eterna
del que lo dio todo
sin esperar nada.

Que si algo queda
es el sol y la semilla,
es el mar y el viento.

Es el nombre y valor
del que dio su vida
por el amor y la vida.

Con un fuerte abrazo y un beso del alma inmenso y eterno
para Chaval, para todos los chavales que han sido, son y serán.

Olivier Herrera Marín



Ha muerto un guerrillero antifascista
José Manuel Montorio


Hace unos días falleció José Manuel, El Chaval, a los 87 años. Así fue
conocido durante el periodo 1.945-1.952 en que a los 24 años,
en plena juventud, tomó las armas contra la dictadura franquista.
Era un joven ilusionado y de fuertes convicciones, seguro, como
tantos, de que la derrota militar de los fascismos europeos facilitaría
el final del franquismo, creado y mantenido según el modelo de los
regímenes derrotados. Por eso, sacrificó su juventud y su futuro ya
que después de su evacuación en la primavera de 1.952
emprendió el camino del exilio del que no volvió hasta 2004.
Desde que cruzó la frontera francesa para incorporarse a la

resistencia armada y, finalmente, a la Agrupación Guerrillera de
Levante y Aragón (AGLA) se entregó de lleno y disciplinadamente a
las tareas que le encomendaron pero sin renunciar nunca a la crítica
de las directrices que recibía de la dirección del PCE, sobre todo
cuando fue tomando conciencia del aislamiento político y social en
quedó sumido el movimiento guerrillero. Los grandes valores humanos
y políticos de El Chaval quedaron parasiempre reflejados en las
Memorias que publicó hace dos años: ”Cordillera Ibérica”, Recuerdos
y olvidos de un guerrillero. En esa obra, reflejó su entrega, su
coherencia, su conciencia crítica y, por qué no, su frustración ante
la retirada definitiva. Una frustración que siempre le acompañó
atemperada por su profundo sentido del humor.
La experiencia que vivió frente a la dictadura y la durísima

represión a que fueron sometidos no le impide escandalizarse de
la muerte de “cuatro niños inocentes” con ocasión del asalto —en el
que no participó— a un Cuartel de la Guardia Civil y exclamar que si
tras tantísimas privaciones no había muerto era porque “había un
Dios y era guerrillero”.
El Chaval, como tantos otros, sufrieron la brutal represión que
representó el Decreto-Ley de Bandidaje y Terrorismo (18-4-1947)
a quienes calificó de “gentes criminales e inadaptadas”. Ante esta

forma de oposición, las fuerzas represivas acudieron de forma
habitual a procedimientos extrajudiciales, a la eliminación física
directa de los resistentes, pero en todo caso la norma fue concebida
para esa eliminación por la vía también de la aplicación intensiva
de la pena de muerte contemplada en diferentes supuestos como
pena única.
Represión que él simboliza en el General Pizarro y el Coronel Limia,
con la colaboración de las Brigadas Sociales. En este contexto, tenía
un gran valor el apoyo que la sociedad les prestaba, los “enlaces”

que el recuerda con palabras emocionadas: ”Luchadores
desconocidos e ignorados… de esta lucha silenciosa y silenciada…
nos siguieron abriendo las puertas de sus humildes moradas cuando
llegábamos agotados de andar y muertos de hambre, empapados
de agua y descalzos”.
En ese recorrido por su vida, analiza acciones militares, casi siempre
con precarios recursos, emboscadas de la Guardia Civil, vaivenes de

la guerrillera y el asesinato por las fuerzas represivas de compañeros
responsables que dejaban un vacío irreparable. Hasta pensar, desde

su aislamiento, que “estaban solos frente al franquismo”. Pero
siempre resurgió en El Chaval el profundo antifranquismo, la defensa
de la democracia, que en aquellos representaba la República, y,
sobre todo, la conciencia de “haber dejado debajo de las nieves de
nuestras montañas y entre los naranjos y arrozales de la huerta
valenciana una semilla antifranquista y democrática que germinará
un día en una primavera de Paz y Justicia; en una primavera en la
que los bienes de España sean repartidos de una forma mas justa
y equitativa”.
Mientras dicho objetivo no se cumpla, seguirá mas presente entre
nosotros la presencia de su testimonio y de su
memoria. Gracias y hasta siempre, José Manuel.

Carlos Jiménez Villarejo.



El guerrillero veraz
(A José Manuel Montorio «Chaval»,
ese junco que nadie podrá partir)

Salvador F. Cava

Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran
madrugador y poco amigo de la calma. Quieren decir que tenía el
sobrenombre de “Ángel” o “Chaval”, que en esto hay alguna
diferencia en los autores que de este caso escriben; aunque por
conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba José Manuel
Montorio Gonzalvo, nacido en Borja en 1921. Aunque esto importa
poco a nuestra historia; basta que el recuerdo de él no se salga un
punto de la verdad.
En cualquier cuaderno de bitácora de nuestras vidas llevamos de la
mano a un chaval, esa persona que nos guía hacia el destino que aún
desconocemos pero que sentimos como nuestro más inmediato futuro.
Para algunas personas su mañana es su presente, para otras es el ayer,
y el hoy no es más que una simple esperanza. Tal vez en ella, ni tan
siquiera ansíen vivirla, y menos contemplarla. Los demás, hasta puede
que sean un puñado de hipócritas, pero en su hacer hay un cúmulo de
los más nobles sentires que ni la peor serpiente puede amilanar.
El futuro es un puñado de montañas inhóspitas, molinos sangrantes y
galeotes ateridos que hay que conocer, transitar y permitirse el lujo
de vivir entre ellos.
Yo no puedo hablar de José Manuel sin recordar las montañas de la
Cordillera Ibérica. Allí donde él se hizo hombre e hizo hombres de
la nada, del desierto cautivo de los franquistas y los falangistas, a un
puñados de jóvenes que le acompañaron en su militancia. José Manuel
Montorio “Chaval” o “Ángel”, fue el mejor hierro templado de los
guerrilleros de Levante y Aragón desde su entrada en España en 1945
para luchar contra la dictadura con el grupo de “Los Maños”,
capitaneado por “Ibáñez”, y en compañía de “Pedro”, “Bernardino”
y “Julio”. Cinco héroes de la libertad. Precisamente, en cualquier
roquedal que uno se refleje puede oír a sus mayores: a “Grande”,
a “Pepito el Gafas”, a “Antonio”, a “Ricardo”, a “José María”, pero
ver, tan sólo se puede ver a “Paisano” en la Serranía de Cuenca, a
“Segundo” en La Mancha, a “Fortuna” en el río Cabriel, a “Rubio”
en el Maestrazgo, a Montorio en Cofrentes o en Alcira o en Alberique.
Cuando se escriba bien la historia, en castellano, en valenciano,
en francés, en checo o en inglés, el nombre de José Manuel Montorio
habrá de tener tipografía de letras bien grandes, tan grandes como
su rebeldía, su inconformismo, su memoria proletaria, su cautividad;
y así, entre el despertar de su voz, tal vez alguien aprenda en algún
momento quelos guerrilleros no fueron sólo un guerrillero, que el
sufrimiento nunca fue condena, que su memoria sigue ardiente desde
las tablas de sus cenizas.
¡Qué gran caballero si tuviese buen señor! Ya me entendéis. Y los
tuvo, en esos compañeros que nunca fueron el nombre individual,
aunque hubiese rangos.
Sus señores fueron sus camaradas, en su grupo (“Jalisco”, “Angelillo”,
“Ventura”, “Larry”, “Jerónimo”, “Jacinto”, “José”, “Vicente” (que
le desertase), a veces “Ceferino”, el Estado Mayor con “Teo”,
“Galán”, a las órdenes casi siempre en su última y larga etapa de
“Grande”, tan entrañablemente unidos hasta en Praga.
Esta es una historia de amistad y de política. En realidad ambas
cosas van de la mano. Cómo ser amigo de alguien que no ama la
libertad. Cómo ser libre sin desprender amor.
Escribió sus memorias (Recuerdos y olvidos de un guerrillero )
y tuve copia previa de las mismas enviada desde Praga, en
fotocopias desde la Embajada Española, antes de que se editasen
por el Gobierno de Aragón. Volvió hace unos años a España,
encontró cobijo más que entrañable, y es de agradecer, donde
nació, en Borja, a la postre donde han llegado sus últimos días.
Yo conozco varias memorias impresas de guerrilleros
antifranquistas, todas más que interesantes y valiosas. Pero las
de José Manuel Montorio son el mejor relato crítico de un
guerrillero antifranquista. Resultan simple y llanamente
imprescindibles para quien se le llene la boca de la lucha
guerrillera en cualquiera de sus haceres, como crítico
cultural, novelista, director cinematográfico, autor de teatro,
fotógrafo o dibujante de cómic. Cualquiera de ellos debe empezar
citando su obra, de lo contrario no sabrán de la misa la media,
así de claro, así de taxativo.
En guerrillas, tan joven, y con convencimiento anarquista,
“Chaval” se enroló voluntario desde Gincla en la lucha comunista
contra Franco. Siguió siendo libertario, como la base social de la
Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, hasta que pidiera
militar en el PCE tras sus avatares con los anarquistas de Cullera.
De entonces es su reflexión de las malas condiciones que reunía
la huerta y los naranjos valencianos para el devenir guerrillero.
Fango y naranjos, imposibles aliados de la clandestinidad. Bien
pronto fue elegido como jefe de grupo y así transcurrieron sus
años de lucha, desde 1945 hasta 1952 que fuese el responsable
de organizar sobre el terreno la retirada hacia el exilio.
Su seriedad, su aplomo, su don dialéctico, su ímpetu, su más que
respeto a los superiores y hasta su carácter espartano fueron sus
fuertes. Como también el dominio de la situación, el temple,
la camaradería. No pocas veces vio su vida en peligro, pero de
todas ellas pudo salir airoso, con mucha fortuna, pero también con
un alto grado de serenidad necesarias. Fue un gran guerrillero,
y si la justicia de los abanderados hubiera sido cierta, como alguna
vez le reprochó a cierta ministra de uno de los gobiernos de
Felipe González, y como hoy en día todavía le criticamos a
los gobiernos actuales, digo que si la justicia de los abanderados
hubiese puesto a cada cual en su lugar, Montorio hubiera sido
equiparado en la escala del ejército a un grado muy superior al
de coronel. Pero ahora, para mejor memoria de lo no
hecho, quede como “Chaval”, el guerrillero del alma en los pies.
Sus últimos años entre nosotros fue de compromiso reivindicativo,
siempre nos recordaba a los puntos de apoyo, y entrega. Por él,
por “Carrete”, “Matías”, “Florián”, “Reme”, etc., hemos de
continuar. Su obra fue su vida. Su ánimo no faltó en todas las
últimas jornadas y homenajes de Santa Cruz de Moya del mes de
octubre. Su voz y su textura, su afecto y su genio eran
inconfundibles. Difícil será suplir ese tono crítico, esa ventana
de cuchillos artesanos y veraces. Hasta en el Congreso de los
Diputados frente a Santiago Carrillo. Fue memorable. Ahí han
quedado sus palabras para cualquier vestigio de la historia,
no de la novela, sino de la verdad. Y quien no haya vivido
alguno de estos momentos con Montorio de la mano, como sus
recorridos por el Campamento Escuela, sus andares por la Casa de
la Madre, su precisión del Campamento de Camarena, su
peregrinar en busca de los rescoldos de barro de la estación
de Caudé, que lo pregunte. Hasta la historia verdadera tuvimos
que desenterrarla con él. Por eso ahora que se nos ha ido,
no le decimos adiós. Nunca le diremos adiós a quien tantas
páginas de nuestra vida presente y futura ha sabido llenar. Su
despedida no nos llena de desconsuelo, acaso de soledad, pero
ésta ya estamos acostumbrados los que amamos las montañas
y el mundo, los que el mes de abril a pesar de nuestros muertos
nos llena de victorias, los que hemos aprendido a andar con la
cabeza bien alta y los que nos colma de dignidad pronunciar sus
nombres, porque por nosotros vivieron y nosotros viviremos por
ellos. Salud, camaradas. Y feliz día.

PD. “Oye, José Manuel, quisiera decirte, porque en algún lugar
nos encontraremos o en alguna estrella me oirás, que tenías
mucha razón, que tu mirada de fotografía era exacta, y que tal
vez la mía de investigador, pues me parece que lo de historiador
puede que me quede grande, era más temporal, los hechos y sus
momentos. Qué gratos recuerdos dándonos la mano por la espalda.
Ya lo he dicho, tus memorias son la escritura de la guerrilla
antifranquista de España, tal vez mi libro sea un filtro que detalle
ese periodo. Ambos, pero sobre todo el tuyo, está lleno de vida,
mío de recuerdos, aunque tú, acertadamente, me quitaras la
palabra en el título. Nadie podrá leer bien mi libro sin leer al
tiempo el tuyo, y ya me gustaría que fuese al revés. Porque en
el fondo, sabes, cómo me hubiese gustado ser uno más de los
guerrilleros de tu partida. A mandar, amigo”.



José Manuel Montorio, Chaval. Guerrillero.

Tengo sobre mi mesa miles de sensaciones, tantas, que no puedo
reunirlas en cuatro líneas. Sabemos que la muerte ha de llegar,
pero confiábamos que el tiempo iba a darnos una tregua, que
nos permitiría reponernos y prepararnos, pero nos lo impide
este goteo incesante.


En el homenaje a Manolete. Higueruelas 5 de agosto de 2008


Pedro Alcorisa Peinado, José Manuel Montorio y el escritor Antón Castro en un
encuentro en Cantavieja en el año 2004. José Manuel llevaba breves días en España.


Llamaba Iñaki y le decía que creía que las lágrimas se habían
agotado con la muerte de Eulalio Barroso. Su muerte fue
inesperada, pues aún presentaba signos de salud que nos hacian
confiar en que iba a poder acompañarnos algún año más. Meses
antes se habían ido Manuel Pérez Cubero y Miguel Núñez.
En marzo nos abandonaba Adelino Pérez.
Sabíamos que Florián y José Manuel, andaban en la última lucha

con la vida. Florián nos dejó hace una semana y tu quisiste
seguir al que fuera el corazón de la Agrupación, de tantos
corazones que tuvo. No ha parado de sonar el teléfono, de llegar
mensajes, desde Francia, desde todos los rincones de España.
Conchi me hablaba entre lágrimas y esta mañana me han llegado
los escritos de Lo que somos y de Salvador Fernández Cava,
pero me quedan cosas que decir, aunque me alargue, aunque
entre párrafo y párrafo me ahoguen las lágrimas pues no se
secaron, lo dice la canción, no me acostumbro a estar sin ti, sin
vosotros, después de todo lo que anduvisteis, son más los años
que andamos juntos.
Tu nombre aparecía en los libros. ¿Pero vive? Le preguntábamos

a Florían. En la República Checa, nos decía. Al fin pudimos
contactar contigo, fue Salvador el que lo logró y preparamos un
viaje a Praga, pero no teníamos dinero, así que resolvimos que
era mejor pagártelo a ti y que vinieras a conocernos a Santa
Cruz de Moya. Así empezó la última etapa de tu vida.

Salvador Fernández Cava, José Manuel Montorio, Remedios
Montero, Soledad martínez, Florián García, Gonzalo Cuallado
y Pedro Alcorisa en las V Jornmadas El Maquis en Santa Cruz
de Moya.


Estábamos en el bar de Ángel y Julián en Santa Cruz,
preocupados pues os demorabais.
Conchi y Toni fueron a esperarte a Manises. Llegaste con tu
maletilla marrón y de ella empezaron a brotar presentes para
todos. Con nosotros estaban María Pastor y Pedro Alcorisa
“Matías”.
Os fundisteis en un abrazo tras cincuenta años de separación.
Os habíais conocido nada más os incorporasteis a la Agrupación
Guerrillera de Levante y Aragón. Él vivió su exilio en la
República Democrática Alemana y tú en la checoslovaca.
Dos países que ya no existen y en los que os visteis obligados a
vivir, pero vuestro corazón siempre estuvo en la Serranía.

Días más tarde llegó Gonzalo Cuallado, Angelillo, que ha vivido en
Francia, sin las apreturas que sucedían al otro lado del telón.
Convivimos esa semana con vosotros. Estabas preocupado por
las conversaciones que habías tenido con algunas personas.
Aún no sabías con certeza quién era aquel grupo llamado
La Gavilla Verde que tanto se había molestado en traerte.
Siempre fuiste un poco desconfiado y no te faltaba razón, pero,
poco a poco, hiciste buenas migas con cada uno de nosotros,
especialmente con Teo y con Conchi, con Salvador, con Flor,
con Olga, con tantos que me olvido. Pudiste aprender que
significaba gavilla y que el verde era de esperanza, de la
defensa de una tierra a la que te apegaste en la lucha, en el
último suspiro republicano hasta que te ordenaron evacuar el
rescoldo de un país que le impidieron ser, que soñó recuperar
la libertad desde las montañas del levante. Tu venida era
importante para nosotros. Vivías en el exilio sin merecerlo,
con una excelente memoria y eso nos daba la posibilidad de
ahondar en el conocimiento. Lo realmente trascendente fue
tu manera de ser, la que nos sedujo y atrapó hasta ayer, 27 de
abril. Me imagino tus días, tus noches insomnes en Praga,
delimitando la Cordillera Ibérica con el tecleo de tu máquina
preguntándote la suerte y la desgracia que te tocó. Querido
camarada, cuántas veces me reñiste, cuánta veces nos jaleaste,
me entristeciste y alegraste, querido compañero, nada más
llegar me regalaste el reloj que habías llevado en guerrillas, un reloj que no marca las horas, pero marca nuestro rumbo.

José Manuel nos explicaba que la estación no podía ser esa, pues tal y como
comprobamos, la vieja estación estaba enfrente.



Hubieras querido que te encontráramos antes. Lo repetías.
“No sabía todo esto, no sabía que la gente en España se acordara
de nosotros”. Pero no lo hacía el estado, no lo hacía la
democracia que tanto debe a los sencillos, lo hacían las
pequeñas asociaciones en los pequeños pueblos. Un mundo
nuevo se abrió y recorrimos los lugares del pasado. Las Casas
del Marqués, Azuara, Javalambre, Torrijas, Los Cerezos,
el Maestrazgo, los Montes Universales... Recuerdo cuando
fuimos a la estación de Caudé y ante nuestro desconcierto
nos afirmaste: “no es esta la estación de Caudé donde asaltamos
el tren pagador” Ante tu tozudez le preguntamos a un señor que
iba a coger sus lechugas en un huerto cercano, de tu misma edad.

Y nos dijo que la estación vieja, aún más vieja, estaba a medio
kilómetro. La atracaron unos salteadores. Y tú le dijiste. Yo fui
uno de esos salteadores. Y el hombre, que no podía echar a
correr hizo migas contigo y estuvisteis hablando un buen rato.

Qué contaría al llegar a su casa.
Nos conocimos tras largas conversaciones desde Barcelona y desde
Cuenca hasta Praga. Oigo, decías cuando descolgabas el teléfono.

Siempre preocupado por los pasos que íbamos a dar. Oigo, pero
lo que más te gustaba era tener inagotables tertulias bajo la
niebla del tabaco y la humedad de los cafés con leche, hasta altas
horas, tan altas, que nos preocupaba tu salud. Pero a la mañana
siguiente te levantabas temprano y ya te habías echado uno o
más cafés cuando de nuevo nos encontrábamos. Siempre me sentí
un hermano pequeño, muy pequeño, bajo la sombra de un gran
hombre que con su experiencia, a veces amable, a veces irritado,
nos aconsejabas, nos dictabas y nos agasajabas cuando íbamos
a verte.


En la presentación del libro de Salvador Fernández Cava, Los guerrilleros de
Levante, el autor logró reunir a José Manuel y Santiago Carrillo.


Nos enviaste tus memorias. Cuántas cosas conocimos con tus
recuerdos y olvidos, y las enviamos a todas las editoriales y
¡ay que ver cuanto memo se dedica en España a establecer que
lo que se puede editar y lo que no! Solo una nos dijo que podía
publicarla si se reducía el número de páginas. Antes las quemo.
Así que Dimas, ahora, con las teclas de un ordenador, volvió
a reescribir tu borrador, sin tocar una coma. Al final fue el
gobierno de Aragón que tuvo a bien publicarlas en Amarga
Memoria.



Rememoraremos los días pasados, lo que nos diste, lo que nos
enseñaste, sin dejar de ser nunca Chaval. El exilio paró el reloj
en el año 1952 y has sido guerrillero, en todos los sentidos,
hasta el fin de tus días. En Praga te preguntabas, qué había
pasado con la vida de aquella persona que eras tu mismo, que
había salido en la niñez de Borja para ir a Barcelona. Y a veces,
se sorprendían cuando nos oían hablar en catalán. Conservabas
un acento mejor que el mío a pesar que saliste de allí en 1939.
La casualidad había querido que vivieras en el barrio de
Hostafranchs, a pocos metros de donde viví en buena parte,
también me contabas que habíamos ido a la misma escuela

treinta y cuarenta años más tarde. Recordabas con memoria
fotográfica las calles de nuestro barrio y preguntabas por
las fábricas, por los edificios, por la iglesia que viste arder bajo

el furor revolucionario.
Flor llegó un día a Santa Cruz de Moya. Había encontrado a

Carmen la del Molino del Peinado. La joven con la que soñaste
en tu vida guerrillera. Os fuisteis hasta Catalunya y pudisteis
abrazaros y conocer la triste historia de aquel punto de apoyo
en el que se unía la Revolución y el Deseo, como Miguel bautizó
sus memorias, junto con las tuyas, son las mejores que pueden
leerse para comprender la terrible faz del franquismo.



Así que un día, estarías en Praga renegando de tu suerte mientras
nosotros te buscábamos casa en Santa Cruz de Moya y llamaste a
Conchi para que te preparara un camión de mudanzas. Venga, así,
como el último impulso ¿quién te podía negar el derecho a una
vida nueva, la que las guerras de España, de Francia y de los
montes te negaran? Rompiste el exilio checo y te viniste a España
definitivamente.
Asentiste a la llamada de la tierra y volviste a tu Aragón del que

no habías olvidado sus jotas, a veces, parecías un aragonés
imitando a un aragonés, que te voy a contar, si es que además
de escribir, de ser orfebre, mecánico, sabías cantar y nos
quedábamos todos preguntando como seguías siendo aragonés
sin acento checoslovaco, cuando otros amigos que venían de
Francia tenían ese deje que delataba su tierra de acogida.
Te estableciste en Borja. Juan Pablo y Dimas, han sido los

miembros de tu última partida, la que conquistó de nuevo la
tierra que te vio nacer, la tierra donde tú decidiste morir sin
olvidar al grupo de Azuara, siempre a tu servicio, siempre

prestos a acompañarte allí donde nacen las montañas.
El viernes 1 de mayo partirán coches desde el territorio maquis,

seremos muchos los que no podremos soportar la emoción.
Surcarán las lágrimas las mejillas. No será el último homenaje,
no será un carpetazo, seguiremos adelante.
Quién fuera río y arramblara contodas la injusticias.
Sierra y Libertad.



Pedro Peinado Gil
Presidente de La Gavilla Verde.



Fotografías de José María Azkárraga, Teo Gállega, Vicente Medina, Ayuntamiento de
Cantavieja y Pedro Peinado.

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Acabo de ver la noticia de la muerte de chaval... lo siento, no puedo
decir mas...
Ya escribí cuando me entere de la muerte de Eulalio... me
publicasteis una entrada en su blog... agradecido quedo desde
entonces...
Tengo 28 años, y este fue mi 2º en las jornadas...
La primera vez que los vi, estaba solo... fue en el monumento, el año
pasado... paró un autobús al lado de la carretera y fue Chaval quien
corrió con "sus piernas de pajarito" a abrazarse con otro guerrillero...
fue entonces cuando lloré por primera vez... cuando empecé a
entender lo que significa el homenaje, las jornadas... el recuerdo de
la guerrilla...
Este año pasado ya no fui solo... necesitaba que ella, mi novia,
también fuese parte de todo este jaleo que se monta en Santa Cruz
de Moya en el mes de Octubre... y también lloré cuando vi bajar por
las escaleras a Chaval y abrazarse con Eulalio, con el Eulalio que no
paraba quieto... y con Pedro Alcorisa... y con otros pocos...
Y se sentaron en una mesa y tuve envidia de vosotros, de los
miembros de la Gavilla que se sentaron a charlar con ellos... les
miraba de reojo y hacía fotos con mi cámara desde lejos... ya no me
podré sentar nunca más a escuchar sus historias... ella me abrazó y
me limpió las lágrimas con la mano...
...Luego llegó el sábado por la tarde, y "estaos tranquilos que esta
vez nos llevamos el gato al agua"... las palabras de quien tenía algo
seguro, de quien había luchado por un ideal y que nos demostraba a
todos, que se podía seguir luchando y defendiendo una idea....
luchando contra el tiempo y el olvido.
...Por la mañana temprano, ya el domingo, los encontré cerca del
escenario... allí estaba Eulalio... sentado con la espalda al sol...
Chaval caminaba nervioso, inquieto... de aquí viene esta historia que
escribí días después de volver de Cuenca...
...Estaba sentado al sol, encima de un risco.... los prismáticos
estaban tapados con tela de saco para que su brillo no delatase la
posición del que vigilaba.... la ametralladora, medio oxidada, la había
dejado colgada en la rama del enebro que estaba a su espalda y que
le daba un poco de sombra....
...Se le acercó por detrás, como si fuese una sombra o una pelusa
traída por el viento... no hizo ningún ruido.... nadie se enteró de que
algo iba a ocurrir....
...De repente le habló, -"¿que haces ahí Carrete?"- como si se
extrañase de la actitud de aquel vigía...
...El que llamaban Carrete le contestó sin darse la vuelta... -
"esperando a ver si llueve, no te jode"... como si el que preguntó, no
supiese de sobra que estaba de guardia en aquella mañana de
Octubre... la más calurosa del otoño que entraba...
....Se hizo un silencio, una pausa... por un momento se podría decir
que se paró el tiempo.... el que llamaban Chaval, se apoyó en un
pino, en un pino robusto y altísimo, y se le quedó mirando con las
manos apoyadas en el naranjero...
-"Mira Carrete, no me jodas que me incomodas".... eso fue lo único
que se le ocurrió responder..... y se marchó por donde había venido,
de igual manera...sin hacer ningún ruido...
...Parecerá mentira, pero aquella mañana de octubre, Chaval sólo
quería charlar un rato..... Carrete, por su parte, sólo quería que
terminase la guardia...
Y así fue... no en un cerro ni en la espera de una emboscada...fue en
Santa Cruz de Moya... dos ancianos, de mirada arrugada y ojos
vivarachos, los que, casi 60 años después de la lucha casi
emprendieron una riña por cuatro palabras...
Es mi recuerdo de Chaval y de Carrete y quería compartirlo con
vosotros....
...Mantengamos el olvido a raya.....
Un saludo......
JESUS ALONSO CAÑAMARES


MUERTOS
TONI LOSANTOS

Un día, el pasado otoño, hablé aquí de la muerte de
Manuel Pérez Cubero, El Rubio, guerrillero vinculado
a esta tierra. En pocas fechas han caído otros dos de los maquis
más relevantes de la historia contada en voz baja de estas sierras:
primero fue Florián García (Grande), nacido en 1917, y ahora
el borjano José Manuel Montorio, (Chaval), de 1921. Los
tres se han muerto de viejos, que es la única batalla que se pierde
siempre (vaya, también Franco perdió esa y no otra).
Con la desaparición de estos antifranquistas estamos obligados a
cambiar definitivamente el homenaje por el estudio, que es en
realidad el verdadero homenaje. No faltan libros
para conocerlos. Los últimos en caer cuentan además con sendos
privilegios: Grande protagoniza una novela emocionante
–una historia que parece más de amor que de guerra–, La voz
dormida, de Dulce Chacón; en cuanto a Chaval, logró publicar
sus memorias (Cordillera Ibérica, editadas por
AmargaMemoria).
Llevo unas horas pensando en ellos: los traté gracias al trabajo
de La Gavilla Verde (Santa Cruz deMoya), ese ejemplo de
cultura y desarrollo rural promovido en la Serranía de Cuenca.
No son los únicos desaparecidos que ya no podrán comparecer
nunca más en las Jornadas de octubre, que tanto hicieron por
ellos (a Chaval, por ejemplo, lo rescataron del destierro).
Por mucho que se diga, creo que no lucharon exactamente
por el régimen constitucional que disfrutamos, pero
sus ideales, su sacrificio y su exilio merecen, ahora que ya
están muertos, mucho más que simpatía: merecen la
curiosidad y el estudio, son una porción de nuestra historia.

Y la historia es múltiple, y su legado inmenso. Se nos agolpan
los muertos cuando miramos atrás.Amable y solícito,
Nonito Vicente me muestra una pequeña foto de 1949 –año de
maquis– en la que sonríe un grupo de peñistas, con el tendido
de la plaza al fondo: «Los 13». Esa es otra historia,
claro, pero Nonito contempla la valiosa foto y se emociona:
«Ya están todos muertos.»
.

Ha fallecido “Chaval” guerrillero antifranquista

Beatriz Martínez, Turón Valle, G@lileo.

Entraba el primer fin de semana de un octubre, de hace unos años, convocatoria guerrillera por la memoria en Santa Cruz de Moya “Jornadas del Maquis”, homenaje a los guerrilleros antifranquistas. Un hombre mayor, delgado, de buena planta, habla apasionadamente, mientras se alimenta de cigarros y cafés, es “Chaval” la pasión y la razón unidas en su oratoria e ironía. No pasaban desapercibidos sus análisis históricos, sus relatos personales, su visión del presente, su esperanza del futuro.

Es tiempo de almendras y viñedos, de días soleados en los que amenaza lluvia, días para hablar y escuchar a “Chaval”, a “Carrete”, a “Matías”… la memoria oral viva que esta entre nosotros, habladores incansables, comunicativos (con carácter) palabras que llenan el gran vació de memoria de cuarenta años de silencio y represión… y unos cuantos más de “democrático” olvido y mutis.

José Manuel Montorio, “Chaval” que dejo hace bastante tiempo sus ochenta años, de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, apura los días otoñales destilando la energía que da el saberse vencedor de tantas muertes pronunciadas, e incasable amanece con el sol del guerrillero exiliado, acogido en burocracias falsificadas de lo que fue su nacimiento y con pensión de “ niño de guerra” se rejuvenece en el empeño de contar la historia y debate su memoria como parte de aquello que fue y se le negó a él, a todos.

Es el primer domingo de octubre, desde una tarima dos saxos suenan de fondo y acompañan la ofrenda floral, flores de primavera republicana en un otoño que destella sol, aquí y ahora hay mucha luz, no solo del gran astro, hay luz de entendimiento, de verdad, de justicia. Las flores este año están acompañadas de una bandera republicana con tierra de fosas comunes, de asesinados olvidados, negados. “Chaval” pide que se tome el relevo generacional y como año tras año reivindica una Ley de la Memoria justa y de reconocimiento… las palabras entrelazadas nos van refrescando la ilusión, encienden la semilla.

La Ley 52/2007 “por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura” en ningún caso contempla la reparación del daño, ni la dignificación de las víctimas. Los sumarios de la época franquista que sentencia de criminales, ladrones, maleantes, parias y escoria social a los guerrilleros antifranquistas siguen vigentes. Este hecho es un repugnante insulto, pues recordemos que muchos viven todavía y siguen siendo considerados legalmente como indignos españoles. A los guerrilleros, guerrilleras, a sus puntos de apoyo, no se les ha reconocido social, política, cultural, económica e históricamente su aportación a la consecución de las libertades conseguida a fuerza de sangre, dolor, cárcel, muerte, represión y, sobre todo, por la valentía de enfrentar hasta sus últimas consecuencias la defensa de la legalidad republicana rota. Nuestros héroes nacionales, hombres y mujeres de avanzada ancianidad, ven cómo se les pasa la vida mientras se sigue decretando su no existencia.

Porque sabemos que nuestra identidad como pueblo, como pueblos de España, se configura alrededor del recuerdo. Esta es la enseñanza impartida hoy por el movimiento guerrillero español. Porque la memoria no se opone al olvido, puesto que lo contrario del olvido es la conservación de los hechos.

Adiós compañero, tus palabras no caerán en el olvido. ¡Viva la República!

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